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martes, 12 de abril de 2011

LA PSICOLOGÍA EN EL JUEGO, ¿ES RELEVANTE?

Bueno, mi artículo de esta semana va a ir dirigido hacia el aspecto sobre el que hemos escrito en el foro.



¿Es realmente importante el factor psicológico en este juego?


Hemos estado debatiendo durante la semana y algunos estáis de acuerdo en que sí, que un mayor conocimiento del oponente a nivel psicológico puede ser relevante a la hora de ganar o no una partida; otros, por su parte, consideran que realmente es mucho más importante el nivel de juego que esos pensamientos en torno a “como es tu oponente” y detectar señales que nos lleven a pensar que jugada realizará tu oponente y como podremos anticiparnos.



Voy a empezar hablándoos de algunos conceptos psicológicos que considero pueden ser relevantes a la hora de explicar este apartado y como pueden influir en la partida y en todo lo que rodea a este juego.



1. La Motivación



Este es uno de los conceptos psicológicos más relevantes y que más pueden influirnos a la hora de jugar un torneo medianamente grande (léase PTQ, GP, etc.). ¿Qué nos motiva en estos torneos? ¿El premio? ¿Las ganas de divertirnos? Esto es algo que deberíamos de tener en cuenta antes del torneo, ya que esto será referencia de las horas de práctica que dediquemos. A nivel psicológico podemos afirmar que existen dos tipos de motivaciones: Las motivaciones intrínsecas (las producidas por el propio placer de jugar, sin expectativas materiales más allá que las de divertirnos) y las extrínsecas (que son aquellas que van encaminadas a las ganancias materiales que podemos obtener, los premios, etc.). Pues bien, ambas motivaciones son perfectamente compatibles; por lo que, generalmente, un jugador menos competitivo, más casual, tendrá unas motivaciones intrínsecas mucho más evidentes (pasar un buen rato, cambiar y si queda en puestos altos mejor, pero no es lo principal); por otra parte, un jugador más competitivo (como me ocurre a mí) tiene un objetivo claro: ganar. Puede llevarnos a confusión el hecho de pensar que ser un jugador competitivo es “mejor” de cara a la victoria. Esto no es así, de hecho hay muchos factores psicológicos que afectan al jugador competitivo que no suceden en el caso del jugador casual, y que pueden resultar perniciosos para su objetivo final (ejemplos claros serían la presión, la pérdida de la orientación del juego, los enfados debido a malas jugadas, etc.). Es por eso por lo que podemos afirmar que ser jugador competitivo es mucho más complicado que ser jugador casual. Por tanto, un consejo que os daría es que hay que plantearse los objetivos antes del torneo (objetivos que sean reales, que puedan ser cumplidos por el sujeto. Ej. No voy a plantearme en mi primer GP ir a ganarlo) y que estos vayan modificándose gradualmente mientras vamos adquiriendo experiencia.



2. Percepción / control de emociones:



Este es un aspecto dual, ya que implica no solo conocer las emociones del otro para saber aprovecharlas nosotros, sino conocer las nuestras para saber controlarlas y aplicarlas a la situación. Este aspecto es, para mí, uno de los más importantes del juego. Hay jugadores de Málaga (un ejemplo claro es mi gran amigo Piratilla) que no tienen ese control emocional que digo; es muy fácil saber lo que van robando a través de sus gestos y de su modo de cambiar el tono de voz, movimientos gestuales, etc. A jugadores como Darío les costará mucho más saber que roban sus rivales, si les tiran “cebos”, si atacan como farol, etc. ¿A que se debe esto? Pues que si tienen dificultades para percibir y controlar sus propias emociones, les resultará harto complicado percibir las emociones de los demás. Un jugador que hace esto muy bien y controla estupendamente las suyas el Charly. Es capaz de llevar a error a otros jugadores por el mero hecho de acelerar o disminuir el tempo de una partida; esto, que mucha gente critica, es digno de alabanza por mi parte. Demuestra una alta percepción emocional y un completo dominio de sus emociones; lo que le permite obtener muchísimas victorias (y esto, amigos, no es ningún tipo de trampas, ni algo negativo, es una virtud que pocos jugadores en España tienen). Si tuviera que hacer un listado sobre en qué me fijaría yo cuando me enfrente a mi rival sería, en este orden, el siguiente: 1. Su mirada (la dirección de su mirada es influyente); 2. Su tono de voz en las decisiones (un tono distinto implica una mayor actividad de su SNA, lo implica activación à nerviosismo); 3. Sus gestos con las manos y los hombros (siempre y cuando lo observemos desde el principio de la partida y, a través del método ensayo-error descubramos cuando es relevante un movimiento); y por último, 4. El resto de expresiones faciales (la boca, las cejas, la barbilla, etc. Son muchos indicadores de las emociones, solo hay que intentar interpretarlos de la mejor manera posible).



3. Las expectativas:



Este apartado va necesariamente unido a la motivación, por lo que es probable que muchos penséis que debería ir inmediatamente después (como apartado 2). Esto no lo hago así debido a que si lo hiciera tendríais una tendencia natural a unirlos en un todo (motivación – expectativas) que no creo conveniente que hagáis. Las expectativas marcarán nuestra motivación, esto es cierto, pero hay que tener en cuenta que las expectativas no solo es “qué esperamos hacer en un torneo” sino puede ir mucho más allá. Os sitúo a modo de ejemplo: Sin ánimo de ofender a nadie, hace tiempo cuando jugábamos con Miguel Ángel (que jugaba vampiros y, ahora, Valakut) nuestras expectativas de victorias eran eminentemente altas; pensábamos “es un jugador muy lento y muy malo, así que le vamos a ganar”. Esta idea se implantaba directamente en nuestra cabeza y disminuía nuestra atención en la partida, ya que pensábamos que la victoria iba a llegar seguro porque él se iba a equivocar, lo que reducía nuestra tensión, nuestra motivación en la partida (no nos motiva jugar con alguien al que creemos que vamos a ganar seguro). Más de uno perdió contra él pensando ¡Qué mala suerte he tenido! O ¿Cómo me ha podido ganar con lo malo que es? Creo que la respuesta a esto es más que evidente, nuestras expectativas tan altas de victoria nos han jugado una mala pasada y nos han hecho perder una ronda que, seguramente si jugáramos bien, hubiésemos ganado. ¿Entendéis ahora la diferencia entre un tipo de expectativas (sobre los resultados en un torneo) y otro (sobre jugadores concretos)? Mi consejo, jugad siempre respetando al rival y considerando todos los factores y aumentarán vuestras probabilidades de victoria.



4. LAS INFERENCIAS DE PENSAMIENTOS o JEDI MIND TRICK



Todos habréis escuchado alguna vez eso de, ¡pensaba que no tenía nada en mano, por eso ataqué y perdí! ¡Que suerte, ha robado la carta clave en el momento ganador y no me lo esperaba! Lo que se conoce vulgarmente con el nombre de “Jedi Mind Trick” en psicología se habla de inferencias de pensamientos. El significado práctico de estos conceptos hace referencia a “hacer que tu rival tome una decisión errónea sobre la partida debido a tus gestos, expresiones, acciones…”, y ocurre muchísimo en las partidas. Un ejemplo claro es cuando un jugador juega varias criaturas para acabar con el oponente en el siguiente turno, ya que su cara es de aparente desgana y apatía, pensando que en el siguiente turno se acaba todo y luego, misteriosamente, nos juega un día del juicio que nos gana. ¡Que suerte, se lo ha robado! En ese momento, nuestro rival nos confiesa que lo tenía en mano desde hace dos turnos pero que quería sacar el máximo provecho de su carta. Un ejemplo que os puedo confesar yo fue que jugando el PTQ de Málaga un mirror de kithkins, tenía apenas 3 criaturas sin honor de los puros ni nada, y una tierra de esconder. Mi rival estaba en su turno y tenía una carta en mano y varias criaturas. Yo sabía que la carta era buena por la expresión de su cara (intuía una procesión espectral) así que hice cálculos y sabía que me podría ganar igualmente sin jugarme la carta de su mano, pero le hice “pensar” que tenía un camino al exilio en la mano, a base de coger sus cartas, concretamente apartar la que más daño hacía, y contar y hacer como que me quedaba en “1”, lo que le hizo jugar su carta, un cabrero, que me hubiera puesto la partida muy mal. Así que ataqué, activé las cumbres, jugué el día del juicio final y gané la partida. Así se sencillo. Yo creo que el ejemplo es totalmente autoexplicativo sobre la idea que quiero transmitiros, así que no me entretengo más.



Pues bien, aquí os he dejado algunos ejemplos de cómo la psicología puede influir en el juego y de cómo se puede sacar ventaja de “estos conocimientos” para aumentar las probabilidades de ganar.



Espero que os haya resultado interesante y espero vuestros comentarios.



Un saludo de Fraskito!